A él le divertían sus coincidencias fortuitas. A ella le gustaban los abrazos subterraneos.
Ella se estaba buscando. Él llevaba años perdido.
Ella adoraba a Ismael Serrano. Él se emocionaba con Quique González.
Nunca se verán, pero durante unos pocos segundos cada día, sus mundos se unen en una amalgamada sinfonía, extraña y lejana.
A mi també m'agrada l'Ismael Serrano.
ResponEliminaSiempre hay algo que nos une a los demás.
ResponEliminaYo siempre trato de buscar redes interminables de palabras y emociones en los blogs.
Seguiré pasando
Saludos
Adoro a Ismael Serrano!!!
ResponEliminaQue hermosa foto!!
Un abrazo